Cuando tus trabajos de la universidad consisten en buscar información de alta confiabilidad, lo primero que sueles hacer es buscarlo en Google Académico. Con el paso del tiempo han surgido nuevas herramientas para el acceso a información científica: ResearchGate. Aunque existen otras plataformas, no podemos negar que ResearchGate está en su auge. Hoy te hablaremos del por qué cada día más personas se unen a esta plataforma pero también los motivos por los cuáles se cuestiona su veracidad científica.
A la fecha, existen alrededor de 17 millones de miembros de 193 países, con más de 140 millones de publicaciones, entre ellos 79 ganadores del Premio Nobel (ResearchGate, 2020).
De acuerdo al sitio web, ResearchGate (RG) funciona de la siguiente manera:
- Al compartir tus publicaciones, tienes acceso a otras.
- Puedes conectar con otros colegas y colaborar con ellos.
- Puedes saber quién ve tus publicaciones, citas obtenidas, cantidad de descargas, entre otra información.
- Si tienes dudas sobre un tema en específico, puedes hacer preguntas abiertas y las respuestas no tardarán en llegar.
- Existe la opción de poder encontrar trabajo a través de la plataforma.
- Puedes mantener al tanto a la comunidad sobre tus proyectos.
En esta plataforma las publicaciones son gratis y en muchos casos, no necesitas iniciar sesión o pagar por descargarlas, una ventaja que en definitiva te alegra la noche, porque aquí entre nos, sabemos que sueles trabajar por la noche. En nuestro caso, al trabajar esta nota, nos dio dolor de cabeza encontrar publicaciones de acceso libre para realizarla; generalmente debes estar registrado en las distintas plataformas para acceder a ellas o inclusive ¡pagarlas!
Si eres gerente de una empresa y quieres encontrar un profesional para un trabajo en específico, en RG puedes buscar de acuerdo a tus necesidades, similar a Tecoloco y Computrabajo. De acuerdo a SpyFu (2015), esta característica es una estrategia que aumenta la popularidad de RG.
El primer reto fue convencer a los investigadores a compartir su trabajo con el público, la exclusividad de sus trabajos era un factor importante para ellos. Ahora uno de los puntos que enaltece RG a sus colaboradores científicos es el hecho que los científicos no solo comparten su trabajo con los colegas, sino también con otros científicos de otras profesiones dando puerta a la interdisciplinariedad.
La utilidad de la plataforma se constató por Borrego (2017), quien analizó la disponibilidad de repositorios institucionales (plataforma en línea de almacenaje de documentos científicos de una institución) de 13 universidades españolas contra ResearchGate. Como era de esperarse, de 1,031 artículos encontrados, la mayoría están publicados en RG (565) y los restantes (466) en otros repositorios. Únicamente 71 están publicados tanto en RG como en los repositorios institucionales. De acuerdo al estudio, 494 artículos subidos a RG no estaban depositados en los repositorios institucionales por diversas razones, siendo las respuestas más comunes del porqué, el desconocimiento de las otras plataformas y la gestión para que sean subidos a los universitarios, alabando en contraposición la facilidad y potencialidad de atraer más audiencia con RG.
Si analizamos a nivel de país lo expuesto anteriormente, ¿cuántos de nuestros científicos (hondureños) estarán adscritos a algún repositorio institucional? ¿Cuántos de ellos están en RG? O empecemos por saber lo primordial: ¿Cuántos repositorios institucionales hay en Honduras? En la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) existe la biblioteca (física y virtual), pero ¿sabías de su existencia o cómo acceder a él? ¿cumple entonces su función? O ¿será que los mismos científicos menospreciamos o simplemente no sabemos cómo utilizarlo? En fin son muchas inquietudes que únicamente pueden contestar los científicos mismos, pero ¿será RG una fuente confiable?
Si has llegado hasta acá, has leído toda la maravilla que RG te puede ofrecer, pero aun así RG ha sido objeto de críticas a través de los años. A RG se le ha atribuido como un cybercrimen o una contaminación académica por permitir la participación a revistas con calidad cuestionable, denominadas “revistas fantasmas” (en inglés se les conoce como “predator journals”) por Memon (2016). Estas revistas asemejan ser una revista como cualquier otra, pero están únicamente interesados en cobrar por publicar y poco o nada les interesa la calidad de los manuscritos enviados. Estas revistas han encontrado un nicho económico en países con bajo ingresos económicos como India, Pakistán o Nigeria. El público cautivo de estos “depredadores” suelen ser académicos con la obligación de cumplir con cuotas anuales o semestrales de publicaciones, y jóvenes entusiastas por la ciencia pero con poca o nula experiencia que muchas veces son invitados a participar a cambio de una suma de dinero.
Una de las críticas fuertes a RG es la falta de políticas para aceptar la subida de artículos, en la que no se produce ninguna revisión o filtro para el contenido que se sube a diario. Es por esto que existen muchos artículos provenientes de “revistas fantasmas. Memon (2016) adjunta una lista de revistas fantasmas y con alto impacto en RG. Debido a los motivos antes expuestos, entre otros, RG es considerada por algunos como una fuente no muy confiable para la comunidad científica a pesar de los altos números de visitas que tiene la plataforma.
En otra crítica, Megwalu (2015) compara LinkedIn (red con el propósito de realizar conexiones profesionales) con RG, donde se resalta la popularidad de un autor, como si estuvieras viendo la cantidad de amigos o seguidores que tienes en tu perfil de Facebook o Instagram. Por esta razón, las métricas empleadas para asignar un puntaje a los autores (“Rg score”) o a las publicaciones (“Research interest”) han sido criticada en diversas ocasiones.
Pero, como académico o entusiasta de las ciencias, lo más importante que debes rescatar de esta lectura es que la revista (journal) o casa editorial donde se publique un libro o artículo suele ser garante de la calidad del mismo, pues se asume que reciben grandes cantidades de manuscritos mensualmente y que solo unos pocos llegan a ser publicados después de un arduo proceso de selección y revisión por parte de expertos, en un proceso conocido como “revisión por pares” o “peer-review” en inglés.
Si no estás seguro sobre la reputación de una revista, la métrica más utilizada es el “factor de impacto”, el cual mide qué tan citados son los artículos de cada revista anualmente. Puedes revisar el factor de impacto de un journal, así como rankings por área del conocimiento en la página de SCImago, la empresa estadística que contabiliza esta métrica. Lo que no quiere decir que se debe menospreciar o leer revistas fuera del denominado “Primer Cuartil”, ya que además del alto tráfico de manuscritos que estas reciben, ciertas áreas más específicas del conocimiento o trabajos con un contexto geográfico limitado tienen mayor posibilidad de publicaciones en revistas más pequeñas que las revistas más prestigiosas, las cuáles suelen estar interesados en investigaciones de mayor escala. Lo bonito de la ciencia es que hasta una publicación en Nature o Science pueden llegar a ser cuestionada o refutada, dando a entender que la revista en que está publicada no la convierte automáticamente en verdad absoluta.
A medida te vas adentrando en un campo y lees más al respecto, irás aprendiendo no solo cuales son las publicaciones de mayor renombre en cada campo, también reconocerás a los investigadores más destacados en tu tema de interés. Te podría sorprender incluso que muchos de ellos tienen perfiles de RG donde podrás estar al pendiente de todas sus publicaciones. Sin embargo, hay que reconocer que muchas veces, los números más recientes de las mejores revistas suelen estar restringidas al público general y ya sea que realices tu búsqueda en RG, Google Académico u otra plataforma, es probable que no puedas pasar de enterarte del título y el resumen de la investigación. Sin embargo, si de verdad te interesa ese tema, puedes consultar al autor y pedirle cordialmente si está en su capacidad compartir dicho artículo (sus correos electrónicos institucional pueden ser encontradas en Google Académico o en otras publicaciones). Te sorprenderá como muchas veces estos investigadores que pensamos deben estar muy ocupados, están realmente abiertos a compartir y aconsejar a jóvenes investigadores. ¿Quién sabe? Es posible incluso que así dé inicio una nueva colaboración.
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Por: María José Bú, Bióloga
LITERATURA CONSULTADA
Borrego, A. (2017), Institutional repositories versus ResearchGate: The depositing habits of Spanish researchers. Learned Publishing 30: 185-192.
Memon, A. R. (2016). ResearchGate is no longer reliable: leniency towards ghost journals may decrease its impact on the scientific community. J Pak Med Associ, 66(12): 1643-1647.
SpyFu. (2015). Overview: ResearchGate. SpyFu Inc. Recuperado de https://www.spyfu.com/keyword/overview?query=RESEARCHGATE
Megwalu, A. (2015). ReseacrhGate: An Academic Social Networking Site. The Charleston Advisor, 47-51. doi:10.5260/chara.17.1.47.
Memon, A. R. (2017). ResearchGate and Impact Factor: A step further on predatory journals. J Pak Med Associ, 67(1): 148-149.
ResearchGate. (2020). Berlin, Germany: ResearchGate GmbH. Recuperado de https://www.researchgate.net/
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