Durante la clase de ecología realizamos una visita a la estación meteorológica de la UNAH. El personal de Ciencias de la Tierra nos explicó cómo funcionaba el lugar, su importancia y entraron a detalle en generalidades meteorológicas. La sección de preguntas abiertas fue quizá la parte que más se grabó en mí de esa visita: “¿Y un huracán, cómo se forma?”, “¿y un tornado?”, “¿y la lluvia ácida?”; preguntas que surgen cual niños curiosos ven un tornado formarse dentro de una botella. De repente un colega, originario del departamento de Yoro, hizo una pregunta que a lo mejor circuló en la cabeza de algunos: “¿Y la lluvia de peces?”. Admito que a mí no se me ocurrió, pero me pareció una pregunta acorde e interesante, no así al profesor que nos atendió en ese momento. No fue grosero en su respuesta, pero dejó ver que ese tipo de preguntas no tenían relación dentro del contexto. Hoy en Honduras Neotropical, un blog de difusión científica, queremos conocer más sobre este sonado tema en nuestra cultura y nos hacemos la pregunta “¿es verdadera la lluvia de peces en Yoro?”.
La generación espontánea era dada casi como un hecho hasta que los experimentos de Francesco Redi y Lazzaro Spallazani probaron cuán imposible era la idea que criaturas vivas podían surgir a partir de materia no viva, algo que la gente creía con cierta razón al ver salir larvas de moscas a partir de carne en descomposición. Si seguimos esa línea de pensamiento, pensar que la condensación del vapor de agua en el cielo de alguna forma pueda generar un ser vivo resulta improbable. La explicación más sencilla y probablemente la que creen la mayor parte de los habitantes de Yoro y quizá también en el resto del país: es un milagro. La explicación funcionaría, considerando que la Real Academia Española define milagro como “Hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino”.
Figura 1. Obra del pintor hondureño Roque Zelaya representando la lluvia de peces en Yoro.
Una versión popular (al menos en internet) atribuye el “milagro” al Padre Manuel de Jesús Subirana, un sacerdote de origen español radicado en la región de Yoro en el Siglo XIX. Se cuenta que en cierta ocasión se encontró al Padre Subirana orando por un milagro que permitiera acabar con el hambre dentro de la zona, la respuesta a sus plegarias, la lluvia de peces (Semple, 2017).
Este fenómeno no ha sido reportado únicamente en Yoro, a lo largo de la historia y alrededor del mundo existen historias de lluvias de todo tipo de animales y de peces en particular. Un ictiólogo (científico que estudia los peces) llamado Eugene Willis Gudger estuvo particularmente interesado en recopilar instancias de este fenómeno a inicios del Siglo XX. En 1929 escribió una serie de artículos para la revista The Scientific Monthly donde juntó a través de revisión bibliográfica alrededor de 48 “registros” de lluvia de peces alrededor del mundo, con relatos que se extendían hasta la Edad Media, de donde aún se pueden observar los grabados que acompañaban estos inusuales eventos (Figura 1). En su compendio, Gudger no incluye la lluvia de peces en Yoro.
Figura 2. Lluvia de peces en Escandinavia. Tomada de un texto de 1555 y presentada por Gudger (1929)
Respecto a nuestro caso en particular, el registro bibliográfico más antiguo se remonta a la Monografía del Departamento de Yoro publicada en 1935, donde se destaca en el apartado de “Curiosidades”, que la lluvia de peces ocurre en los meses de mayo a junio, una vez al año.
Es posible que la versión mejor conocida de la leyenda, además de su mención en la canción Conozco Honduras, provenga de la compilación Semblanza de Honduras del geógrafo e historiador Rafael Heliodoro Valle. En esta describe el fenómeno ocurrido en “El Pantano”, ubicado a un kilómetro de la ciudad de Yoro, de la siguiente forma: “se inicia generalmente a las cuatro o cinco de la tarde, con una nube negra, seguida de fuertes descargas eléctricas y terribles huracanes… Terminada la tormenta, las sardinas, como de tres a cuatro pulgadas de largo, quedan saltando, vivas aún, sobre la verde sabana de El Pantano, dispersandose, a veces, en torno de un lagunato que existe en la base NE del cerrito de ‘El Mal Nombre’…” . En años más recientes, se ha reportado lluvia de peces incluso durante septiembre y se ha movido de El Pantano a otras localidades aledañas.
Desde que se comenzó a tomar en cuenta este fenómeno como algo que iba más allá de la mera imaginación colectiva, se buscó dar explicaciones científicas. Gudger (1929) concluye que solo puede haber una explicación razonable: fuertes vientos, remolinos que recogen agua y con ella peces que son llevados hacia la tierra. Para aquellos que hemos visto tornados y trombas marinas, aunque sea solo en nuestro televisor, no nos resultaría difícil creer esta explicación. Sin embargo, esto resulta poco probable en el caso de Yoro, dada su ubicación a unos 60 km del mar, el hecho que estos fenómenos ocurren rara vez en nuestro país y con menor intensidad, y la constancia de la lluvia de peces. Además, a juzgar por los reportajes, los peces que “han caído del cielo”, son sardinitas u olominas del género Astyanax, peces de agua dulce.
Figura 3. Obra del pintor hondureño Roque Zelaya representando la lluvia de peces en Yoro.
Así que ¿qué otra explicación científica se le puede dar a este fenómeno? Vladimir Jochelson (1923), etnógrafo ruso que estudió un suceso de lluvia de peces en la Siberia propuso algunas alternativas, como que los peces habían quedado congelados durante el invierno y se descongelaban al llegar la primavera (descartemos también esta hipótesis para Yoro), que luego eran acarreados por garzas y otras aves y los dejaban caer o que simplemente quedaban ahí cuando el río crecía y luego bajaba, dejándolos varados sobre la tierra. Gudger (1929a), también compila una explicación dada para el fenómeno en la India y Argentina: que los peces estivan (disminuyen sus actividades metabólicas), se hunden en el lodo y salen cuando la lluvia regresa; y finalmente una más improbable, que los huevecillos de los peces se adhieren a hierbas que son arrastradas por el viento y el calor de la India hace que se desarrollen rápidamente y caigan ya eclosionados.
En el caso de Yoro en particular, en 1935 David Saavedra, descarta la tromba de agua, aunque menciona que de no venir del mar, bien podría provenir de un lago aún sin descubrir; incluso se muestra renuente a la explicación más probable, que se trate de corrientes subterráneas que se desbordan al caer la lluvia torrencial, lo anterior por la ausencia de grietas por donde estos pudieran escapar.
Aunque quizá el reporte más completo lo realizó el Dr. Jesús Aguilar Paz, famoso por haber elaborado el mapa de Honduras, en su libro Tradiciones y Leyendas de Honduras (1989), en el cual analiza y concluye que los peces muy probablemente surgen a partir de filtraciones subterráneas, recordemos, el lugar donde se reportó el evento por muchos años literalmente se llama “El Pantano”. Aguilar Paz además añade que el evento no es único en Honduras, y enumera distintos lugares donde se ha reportado afloramiento de peces desde el suelo en distintos municipios de los departamentos de Copán, Santa Bárbara, El Paraíso, Olancho e incluso en Santa Ana, cerca de Tegucigalpa en Francisco Morazán. Incluso, los indios autóctonos de la región de Salamá en Olancho tienen un nombre para el brote o riega de pececillos por las sabanas: caini.
Entre las fuentes consultadas nadie se atreve a asegurar haber visto los peces caer del cielo y se limitan a narrar su aparición después de tormentas torrenciales donde nadie con el más mínimo sentido de la prudencia se atrevería a salir a constatar si los peces caen del cielo o si emergen de la tierra.
Artículos dispersos por el internet mencionan una investigación de National Geographic en los años 70, pero a la fecha no hay luces de dicho reportaje o una cita formal que confirme su existencia. Un escritor escéptico del portal World Travel Guide contactó a National Geographic (y por si existía algún error en el nombre, también a la Royal Geographic Society) y recibió respuesta que no había tal investigación en sus archivos. En 2017 cuando el New York Times realizó un reportaje en la localidad mencionó que “nadie ha visto caer un pez del cielo” (Semple, 2017). Si bien dicho reportaje no ayuda mucho en dar una explicación científica a la lluvia de peces en Yoro, dice mucho sobre la semblanza del hondureño, un pueblo que para bien o para mal es un pueblo de fe.
Bien, hemos realizado un recorrido a través de la historia e hipótesis generadas en torno a este fenómeno. Como investigadores, llama la atención la búsqueda de una explicación científica concluyente al respecto. Ahora bien, ¿qué esperamos encontrar? Si se subiese un dron a las nubes y se constata que los peces se forman ahí a partir del éter, este sería un gran descubrimiento que mandaría a reescribir los libros de biología (y quizá hasta de física, química y filosofía). Pero si únicamente logramos constatar que los peces provienen de corrientes subterráneas, ¿qué cambiaría? Los creyentes en el milagro seguirán creyendo en él y los demás constataríamos algo que ya casi resulta evidente.
Ya en 1935, el casi desaparecido de la bibliografía hondureña David Saavedra advertía: “…yo prefiero dejar la leyenda tal como circula, porque halaga más mi espíritu que todas las explicaciones arbitrarias o científicas que haya escuchado hasta el presente. El descubrimiento de la génesis de una leyenda como ésta no hace más feliz al hombre: al contrario lo tornará más escéptico. Y su análisis como fenómeno no aprovechará a nadie; ni a la ciencia ni al progreso. Simplemente repitamos como todos los viajeros: la lluvia de peces es un hecho real, material.” Más allá de si la lluvia de peces es real o si tiene una explicación terrenal, es sin duda de gran valor y parte importante del patrimonio cultural hondureño y de Yoro en particular. O como dice mi padre “Si no es cierto, es fantástico”.
Por último, te dejamos un vídeo por Teleceiba sobre este fenómeno presenciado el año pasado en la comunidad de Centro Poblado, Yoro.
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Por: Diego Ardón, Biólogo
LITERATURA CONSULTADA
Aguilar Paz J. 1989. Tradiciones y leyendas de Honduras. Editorial del Museo del Hombre.
Antúnez R et al. 1935. Monografía del Departamento de Yoro. Sociedad de Geografía e Historia de Honduras
Bobadilla PH. 1947. La lluvia de peces. En: Valle RH. Semblanza de Honduras
Gudger EW. 1929. More Rains of Fishes. The Annals and Magazine of Natural History 10(3): 1-26
Gudger EW. 1929. Do Fishes Fall from the Sky with Rain? The Scientific Monthly 29(6): 523-527
Jochelson W. 1923. Fishes Fallen from the Sky. Science 58: 516
Saavedra D. 1935. Bananas, Gold and Silver: Oro y plata.
Semple K. 2017. La comunidad hondureña en que ‘llueven’ peces. The New York Times
World Travel Guide. 2016. Lluvia de peces: Visiting the town that rains fish. Worldtravelguide.net
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