Quien haya tenido la oportunidad de observar una tortuga marina llegar a desovar a una playa sabrá lo majestuoso que es un encuentro con uno de estos animales, y ¡aún más quienes las han logrado ver nadando durante un buceo o snorkeling! Fuera del agua, estos animales pueden parecer un poco torpes y lentos, generalmente nos parecen más grandes de lo que esperábamos y cuando apenas regresan al agua, nos vuelven a sorprender zarpando a toda velocidad. Por otro lado, el momento de la eclosión de las pequeñas tortuguitas, se ha vuelto un atractivo turístico, ya que es una oportunidad de ver de cerca las maravillas de la naturaleza eternamente renovándose (o hasta que se lo permitamos...).
Honduras es un país privilegiado en cuanto a tortugas marinas. De las siete especies existentes que componen la superfamilia Chelonioidea, cinco rondan por las aguas y algunas desovan en nuestras playas. Desafortunadamente, todas ellas se encuentran en alguna categoría de peligro de extinción de acuerdo a la Lista Roja de especies de la UICN. Dentro de esta superfamilia, encontramos la familia Dermochelyidae, compuesta por una sola especie, la increíble tortuga baula o laúd Dermochelys coriacea, la tortuga más grande del mundo (Figura 1).
Tortuga Baula (Dermochelys coriacea)
A diferencia de otras tortugas marinas, la baula carece de un caparazón córneo y su cuerpo está cubierto por una gruesa capa de grasa y piel coriácea que le da su nombre. Se alimenta principalmente de medusas, por lo que por equivocación ingieren las bolsas plásticas que flotan en el mar, lo cual es considerado una gran amenaza para la supervivencia de estos animales, al dañar su sistema digestivo (Eckert et al, 2012). Si bien la tortuga baula se encuentra tanto en el Océano Pacífico como el Atlántico, en Honduras solo se conoce que anide en la costa Norte en comunidades como Plaplaya en La Mosquitia (Eckert, 2001) y Punta Sal.
Figura 1. La tortuga baula o laúd (Dermochelys coriacea) es la tortuga más grande del mundo y desova en playas de la Costa Atlántica Hondureña. Crédito IUCN Jean-Christophe Vié.
Tortuga Golfina (Lepidochelys olivacea)
Por otro lado, el resto de las tortugas marinas de menor tamaño pertenecen a la familia Cheloniidae, en la cual se encuentra la tortuga golfina Lepidochelys olivacea, la más pequeña de las tortugas marinas y a pesar de ser considerada como la más abundante, está incluida en la categoría de Vulnerable en la Lista Roja de especies (Figura 2). Es reconocida a nivel mundial por sus arribadas, el cual es un anidamiento masivo sincronizado que se da en ciertas playas, incluyendo algunas del Pacífico mexicano y costarricense (Márquez, 2002). En Honduras, estas especies anidan en la región Sur en el Golfo de Fonseca en lugares como Punta Ratón, Cedeño y la Playa del Venado en Marcovia.
Figura 2. La tortuga golfina (Lepidochelys olivacea) es la más pequeña de las tortugas marinas y a pesar de ser su relativa abundancia está incluida en la categoría de Vulnerable en la Lista Roja de especies. Crédito IUCN Joëlle Dufour.
Tortuga Carey (Eretmochelys imbricata)
Las tres especies restantes están más asociadas al Atlántico hondureño, donde se les puede observar durante buceos e incluso anidando en las playas de los territorios insulares que componen el Parque Nacional Marino Islas de la Bahía (PNMIB). La tortuga carey Eretmochelys imbricata es la tortuga con la categoría de amenaza más alta según la UICN (en peligro crítico) (Figura 3.). En gran parte, esto se debe a que la tortuga carey ha sido sujeta al comercio de sus caparazones para el enchapado de objetos de lujo, a pesar de que su comercio internacional ha sido prohibido por la Convención Internacional sobre el Comercio Internacional de Especies en Peligro (CITES) desde 1977. Sumando a lo anterior la tortuga carey se enfrenta a amenazas similares que sufren las demás tortugas marinas, tema que tocaremos más adelante. Una particularidad de esta especie es que se alimenta principalmente de esponjas marinas, las cuales son altamente tóxicas y dañinas (prácticamente vidrio) para el resto de los animales.
Figura 3. La tortuga carey (Eretmochelys imbricata) es una de las más buscadas por su belleza. Sin embargo, es la tortuga con la categoría de amenaza, encontrándose en peligro crítico más alta según la UICN. Crédito IUCN Nicolas Pilcher.
Tortuga Cahuama (Caretta caretta)
Otra especie de nuestra zona insular es la tortuga cahuama o cabezona Caretta caretta, la cual se ha reportado tanto en Utila como Roatán y posiblemente se encuentre también en las Islas del Cisne (McCranie et al, 2017). La dieta de esta especie es menos especializada, compuesta principalmente de diversos tipos de invertebrados bentónicos del fondo marino (Dodd, 1988). En Honduras, sus anidamientos son más esporádicos, especialmente en comparación con la tortuga carey.
Figura 4. La tortuga cahuama o cabezona (Caretta caretta) ha sido reportada tanto en Utila como Roatán y posiblemente también se encuentre en las Islas del Cisne. Crédito IUCN Howard Hall.
Tortuga Verde (Chelonia mydas)
Finalmente llegamos a la tortuga verde Chelonia mydas. Esta es la especie de Crush y Squirt, personajes de la película de Buscando a Nemo. La tortuga verde se encuentra en la segunda categoría más alta de peligro de extinción (En peligro), con poblaciones severamente fragmentadas y en decrecimiento. A diferencia de las demás tortugas marinas, las tortugas verdes adultas son casi exclusivamente herbívoras, alimentándose de algas y principalmente de pastos marinos, los cuales únicamente podan sus extremos sin llegar a comerse la planta entera. A pesar de que pueden ser vistas en buceos e incluso realizando snorkel en las Islas de la Bahía, el único reporte de anidamiento de la tortuga verde C. mydas para Honduras ha sido en el Pacífico y los mismos investigadores resaltan la rareza de este evento (Cruz et al, 1987). Otros investigadores reportan adicionalmente la presencia de juveniles de tortuga carey en la zona sur (Dunbar et al, 2020).
Figura 5. La tortuga verde (Chelonia mydas), es la especie de tortuga marina en Honduras con mayor riesgo, ya que se ubica en la segunda categoría más alta de peligro de extinción (En peligro), con poblaciones severamente fragmentadas y en decrecimiento. Crédito Andrea Izaguirre.
Problemas de lesiones en Islas de la Bahía
Cualquier ocasión es un buen momento para divulgar información sobre la biodiversidad de tortugas marinas, en Honduras Neotropical hemos considerado necesario hablar sobre reportes provenientes de las Islas de la Bahía en estas últimas semanas concernientes a lesiones y mortalidad reportadas para tortugas marinas. Desde la Isla de Útila, la Organización para la Conservación de las Islas de la Bahía (BICA) reportó el pasado 23 de marzo, la lesión de una tortuga verde que se enredó en un trasmallo, una especie de red de pesca poco amigable al medio ambiente y cuyo uso es prohibido dentro del PNMIB. Afortunadamente, esta historia tuvo un final feliz, ya que la tortuga fue liberada, y su lesión en las aletas delanteras fue operada por los veterinarios de Jasper’s Utila Animal Shelter, quienes tras dejarla en observación durante 24 horas, la liberaron de vuelta al mar.
Figura 6. Detalle de la pata posterior de una tortuga carey que fue encontrada con heridas. Créditos de imagen © Kristie Jackson
Durante esta misma fecha, pero en Roatán, el Roatan Marine Park reportó 3 colisiones mortales entre tortugas marinas y embarcaciones. Las imágenes son muy impresionantes pero necesarias para concienciar sobre una problemática de la que rara vez se habla. Se estima que los números de tortugas marinas han disminuido considerablemente desde la época colonial del siglo XVI a consecuencia de las actividades humanas, principalmente el consumo de individuos adultos de tortuga marina, así como de sus huevos (Márquez, 2002).
Las poblaciones de tortuga marina son muy sensibles a la sobreexplotación debido a que su ciclo de vida es largo y lento, llegando a tardar hasta 10 o más años para madurar. A esto debemos adicionar el deterioro de sus hábitats de anidamiento, donde se han desarrollado complejos turísticos que además de los posibles daños físicos causados por veraneantes o animales domésticos, también poseen iluminación artificial que puede afectar particularmente a las pequeñas tortugas recién eclosionadas, quienes confundidas por la luz pueden dirigirse en dirección contraria al mar. Una de las amenazas más grandes es sin duda la pesca accidental o bycatch, cuando las tortugas quedan atrapadas en redes y no pueden subir a la superficie a respirar. Recordemos que como reptiles, las tortugas marinas respiran mediante pulmones, por lo que luego de algún periodo de tiempo sumergidas deben de regresar a la superficie a tomar aire.
Figura 7. Detalle de el estado en que se encontró una tortuga carey luego de colisionar con una embarcación. Créditos de imagen © Roatán Marine Park.
Si bien las colisiones con embarcaciones son amenazas menos frecuentes en comparación a las mencionadas anteriormente, ésta se suma a problemáticas recientes como la contaminación por plástico y el cambio climático que amenaza con eliminar a los machos de la especie (el sexo en las tortugas es determinado de acuerdo a la temperatura del nido; Jensen et al, 2017). En varios sitios alrededor del mundo, las colisiones con embarcaciones son mencionadas como amenazas importantes y poco estudiadas para las tortugas (Denkinger et al, 2013).
Wright y colaboradores (2020) encontraron que las embarcaciones parecían no tener un mayor efecto sobre el comportamiento de las tortugas de carey en la Reserva Marina de Sandy Bay en Roatán, pero apuntaron el peligro latente que son las colisiones con embarcaciones, particularmente a medida que el turismo en dichos territorios ha aumentado con los años. Según el plan de manejo del PNMIB, las embarcaciones no deben navegar a velocidades mayores a 27 km/h para evitar colisiones no solo con tortugas, sino también con otro tipo de fauna marina. En lugares como las Islas Galápagos, donde se ha identificado las colisiones con tortugas como una problemática, los investigadores insisten en un estricto control espacial y temporal de las velocidades de los barcos, especialmente debido a que las tortugas son más vulnerables a estos accidentes durante sus épocas reproductivas cuando permanecen más tiempo cerca de la superficie. En las Islas Galápagos, se está estudiando el cambio de propelas a sistemas de propulsión a chorro (Denkinger et al, 2013) y el trabajo con los capitanes de embarcaciones para determinar la capacidad humana de detectar animales en el agua durante la navegación (Parra Díaz y Loyola, 2021).
En Honduras, organizaciones como BICA tienen ya 30 años de trabajar en beneficio de la conservación de las tortugas marinas en las Islas de la Bahía mediante patrullaje nocturno de las playas de anidamiento (para evitar la caza furtiva y robo de huevos), registro de importantes datos para estudiar el efecto del cambio climático sobre la frecuencia de anidamiento en las tortugas y el éxito de sus nidos, e impartir charlas y programas de educación ambiental que ayudan a concientizar a la población sobre la importancia de estos animales sobre el ecosistema y el bienestar de las comunidades. Si estas interesado y quieres saber cómo puedes apoyar a esta institución mediante voluntariado, no dudes en contactarlos.
Otras medidas que puedes tomar, especialmente durante tus visitas a la costa, es no consumir ningún tipo de producto alimenticio o decorativo derivado de las tortugas y tener el cuidado de dejar la basura en su lugar. Muchos lugares costeros organizan recolecciones de basura en las playas donde también puedes participar y finalmente, en el raro caso de encontrarte a una tortuga golpeada o que ha llegado a desovar, debes saber a qué organización contactar y hacer el reporte, siempre manteniendo una distancia prudente con el animal.
Agradecemos a BICA Utila por la importante información brindada para la redacción de esta nota, en especial a la lic. Ely Augustinus por su valioso tiempo.
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Por: Diego Ardon, Biólogo
LITERATURA CONSULTADA
Cruz GA, Espinal M, Meléndez O. 1987. Primer registro de anidamiento de la tortuga marina Chelonia agassizi en Punta Ratón, Honduras. Revista de Biología Tropical 35(2): 341-343.
Denkinger J, Parra M, Muñoz JP, Carrasco C, Murillo JC, Espinosa E, Rubianes F, Koch V. 2013. Are boat strikes a threat to sea turtles in the Galapagos Marine Reserve? Ocean and Coastal Management 80 (2013): 29-35.
Dodd CK. 1988. Synopsis of the Biological Data on the Loggerhead Sea Turtle. U.S.FishWildl.Serv.,Biol.Rep.88(14).
Dunbar SG, Salinas L, Baumbach DS. 2020. Marine Turtle Species of Pacific Honduras. Marine Turtle Newsletter 160:1-3.
Eckert KL. 2001. Status and distribution of the leatherback turtle, Dermochelys coriacea, in the Wider Caribbean Region. En: n: Eckert KL, Abreu Grobois FA (eds) Proceedings of the regional meeting: “Marine turtle conservation in the Wider Caribbean Region: a dialogue for effective regional management,” Santo Domingo, 16–18 noviembre 1999.
Eckert KL, Wallace BP, Frazier JG, Eckert SA, Pritchard PCH. 2012. Synopsis of the biological data on the leatherback sea turtle (Dermochelys coriacea). US Department of Interior, Fish and Wildlife Service, Washington DC.
Jensen MP, Allen CD, Eguchi T, Bell IP, LaCasella EL, Hilton WH, Hof CAM, Dutton PH. Environmental warming and feminization of one of the largest sea turtles populations in the world. Current Biology 28(1):154-159.
Márquez R. 2002. Las tortugas marinas y nuestro tiempo. Fondo de Cultura Económica, México.
McCranie JR, Harrison A, Orellana LV. 2017. Updated populations and habitat comments about the reptiles of the Swan Islands, Honduras. Bulletin of the Museum of Comparative Zoology 161(7): 265-284.
Parra Díaz M, Loyola D. 2021. Reducing the threat of boat strikes on Green turtles in Galapagos. Ingresado el 4 de abril de 2021 en https://www.darwinfoundation.org/en/research/projects/sea-turtles.
Wright MK, Baumbach DS, Collado N, Binte Safi S, Dunbar SG. 2020. Influence of boat traffic on distribution and behavior of juvenile hawksbills foraging in a marine protected area in Roatán, Honduras. Ocean and Coastal Management 198(2020): 105379.
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