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El Quetzal: el ave resplandeciente y emblemática de Centroamérica

El quetzal, es la especie que engalana y embellece los bosques nublados de Centroamérica con su plumaje verde iridiscente (Figura 1). Es considerada una de las aves más hermosas del mundo, y únicamente se encuentra en Centroamérica ¡vaya suerte la que tenemos! Desafortunadamente, el estado de las poblaciones de esta emblemática especie se ven amenazadas y con tendencia a disminuir. Hoy en Honduras Neotropical te estaremos hablando aspectos biológicos y ecológicos de esta resplandeciente especie, incluyendo su importancia para las civilizaciones prehispánicas, estado y esfuerzos para su conservación.



Figura 1. Quetzal centroamericano (macho). Foto: Luke Seitz | Macaulay Library.


El quetzal centroamericano, quetzal guatemalteco o simplemente quetzal (Pharomachrus mocinno) pertenece a la familia Trogonidae, una familia de aves con una amplia distribución en zonas tropicales, encontrándose en centro y sur América (Neotrópico), y en las zonas tropicales de África y Asia (Paleotrópico; Espinosa de los Monteros, 1998). En nuestro país, podemos encontrar ocho especies de trogónidos distribuidas en dos géneros: Pharomachrus (1 spp.), comúnmente conocidos como quetzales; y Trogon (7 spp.), conocidos como trogones o coas (Figura 2).



Figura 2. Trogónidos de Honduras. Nota: únicamente los machos están representados en las fotografías. A. Trogón grande (Trogon massena). Foto: Jorge Eduardo Ruano. B. Trogón cabecinegro (T. melanocephalus). Foto: Robert Salisbury. C. Coa norteña (T. caligatus). Foto: Ian Burguess. D. Trogón amarillo (T. rufus). Foto: Curt Jacoby. E. Trogón elegante (T. elegans). Foto: William Higgins. F. Trogón mexicano (T. mexicanus). Foto: Blair Ducket. G. Trogón acollarado (T. collaris). Foto: John van Dort. H. Quetzal centroamericano (Pharomachrus mocinno). Foto: Ismael Pérez Morán. Fotografías obtenidas de Macaulay Library (A – G) y Flickr (H).


Los machos de la familia Trogonidae se encuentran entre las aves más coloridas del trópico americano, pero el atractivo de estas aves no se limita únicamente a su llamativo plumaje verde o azul, que dependiendo de la incidencia de luz puede verse iridiscente u oscuro, sino que se extiende a su elaborado patrón de colores (Figura 2); algunas especies incluso, presentan una zona coloreada alrededor del ojo (conocida como anillo ocular), que puede ser de color amarillo, azul o rojo. Presentan un marcado dimorfismo sexual, los machos exhiben plumajes muy llamativos, y las hembras e individuos juveniles una coloración más opaca con tonos grises y cafés (Figura 3).

Figura 3. Dimorfismo sexual del quetzal centroamericano. A. Hembra. Foto: Carlos Gómez | Macaulay Library. B. Macho. Foto: Rita Calouri | Flickr.


El quetzal es un ave de hábitos arbóreos, posee un cuerpo de tamaño mediano y compacto, pico corto y ancho y unas patas cortas y débiles (al igual que todos los miembros de la familia Trogonidae). Alcanza una longitud de aproximadamente 36 cm, y si incluimos la extensa “cola” de los machos, esto agrega 60 - 70 cm a su longitud total (Stiles y Skutch, 2007) -te preguntarás ¿por qué ponemos la palabra cola entre comillas?, esas largas plumas que sobresalen de la cola son en realidad las plumas supracaudales (plumas que cubren la cola)-, la cola es más corta y tiene plumas de color blanco y negro (Figura 2H y 3B). Los machos además son inconfundibles por su característica cresta. En contraste, las hembras y juveniles no tienen cresta, presentan un plumaje más opaco y carecen de un colorido abdomen; su viente es color rojo, y la cola con un patrón de barras blanco y negro (Figura 3A).


El área de distribución del quetzal abarca desde el sureste de México hasta el oeste de Panamá (Figura 4). A lo largo de su distribución se diferencian dos subespecies: Pharomachrus mocinno mocinno, desde México a Nicaragua y P. m. costaricensis, desde Costa Rica a Panamá. En el mapa (Figura 4), se puede apreciar que se forman tres zonas bien diferenciadas (siendo la de Costa Rica la más distante), las cuales representan áreas aisladas que cortan el movimiento de quetzales a lo largo de toda su distribución. Solórzano y colaboradores (2009), consideran que estas tres áreas presentan diferencias genéticas probablemente originadas por procesos ecológicos y genéticos recientes producto de la acelerada pérdida del bosque a lo largo de Centroamérica. En los últimos años se ha propuesto reconocer a P. m. costarricensis como una especie distinta (Solorzano y Oyama, 2010). A pesar de la destrucción y fragmentación de su hábitat, los quetzales todavía habitan los bosques nublados de Centroamérica, caracterizados por un dosel cerrado y estar cargados de plantas epífitas.




Figura 4. Área de distribución del quetzal. Fuente: The UICN Red List of Threatened Species. Versión 2020-2.


La alimentación es variada, consiste de frutas, insectos pequeños, ranas y lagartijas pequeñas (Stiles y Skuth, 2005); su alimento preferido son los frutos de varias lauráceas entre los que destaca el aguacatillo (Persea spp.), siendo importantes dispersores de este grupo (Wheelwright, 1983).


El quetzal es un ave solitaria, excepto en la temporada de reproducción (marzo - junio), donde forma una pareja con la que construirá un agujero de anidación, incubación y cuidado de las crías. Ponen dos o tres huevos de color entre blanco y azul claro. El nido es una cavidad en un árbol, similar al de los pájaros carpinteros; y aunque su pico no se aproxima al pico de cincel de los carpinteros, los quetzales construyen sus propios agujeros de anidación (Stiles y Skuth, 2005). Por eso el proceso de selección del árbol para anidar es muy importante para estas aves, ya que necesitan árboles o troncos en descomposición que permanezcan en pie para excavar sus nidos. Este es un recurso muy limitado pero puede encontrarse principalmente en bosques primarios y bosques secundarios maduros (Renner, 2004). Los quetzales pueden reutilizar sus nidos antiguos y utilizar nidos abandonados por otras aves (e.g., pájaros carpinteros).



Figura 5. Cavidad de anidación del Quetzal. A. Macho. Foto: Carlos Quezada. Nótese como una de sus largas plumas sobresale de la cavidad, a la distancia la pluma pasaría desapercibida como si se tratase de un helecho en el árbol. B. Polluelo. Foto: Alan van Norman. Tomadas de Macaulay Library.


¿Migración?


Así es, se sabe que los quetzales pueden realizar migraciones altitudinales. Esto significa que las aves realizan un descenso en altura, desde los bosques en los que se reproducen (ubicados entre los 1,400 – 2,900 msnm) a zonas de menor altitud (800 – 1,400 msnm; Powell y Bjork, 1995) en busca de alimento (Wheelwright, 1983). Este desplazamiento en altura puede ocurrir entre los meses de agosto – diciembre (Renner, 2004). Se considera que no todos los quetzales realizan una migración de este tipo; sin embargo, aunque permanezcan en los bosques donde anidan, siempre se movilizan a otras zonas en busca de alimento.


El dios de Aztecas y Mayas


El quetzal fue una figura de gran importancia para las civilizaciones precolombinas de Mesoamérica. ¿Te resulta familiar el nombre de la deidad Quetzalcóatl, “la serpiente emplumada” o Kukulkán?, resulta que el quetzal se asoció a ambas deidades. El primero es considerado uno de los dioses más importantes para la cultura Azteca, era el dios de la vida, luz, abundancia, fertilidad y conocimiento. La palabra náhuatl quetzal significa “plumas hermosas” y coat, “serpiente”, que daba alusión a la forma de la deidad (Tremain, 2016). Kukulkán fue una deidad maya asociada a Quetzalcóatl.


Figura 6. Quetzal en vuelo. Foto: Ricky López, para la película La serpiente emplumada. Tomada de Prensa Libre.


Las largas y hermosas plumas de la “cola” del quetzal eran muy preciadas y prestigiosas. Se utilizaron para adornar tocados y atuendos de gobernantes o sacerdotes (Figura 7); adornar instrumentos, se ofrecían como tributo y llegaron a ser utilizadas como moneda -bueno, hoy en día la moneda y ave nacional de Guatemala es precisamente el quetzal-. El uso de sus plumas era restringido y funcionó como marcador de alto status (Tremain, 2016). Debido a su semejanza con la deidad Quetzalcóatl, el quetzal se consideraba una figura sagrada, después de obtener las plumas el ave era liberaba. Matar a un quetzal estaba prohibido y se castigaba con severidad, incluso con la muerte. En 1625, los españoles emitieron una Ley que prohibía el uso de las plumas de quetzal (Stephen y Newman, 2019). Las antiguas civilizaciones mesoamericanas utilizaron las plumas de diversas especies de aves; no obstante, las de quetzal fueron las más preciadas (Filloy, 2019), por su asociación con la realeza y poderes sobrenaturales (Tremain, 2016).



Figura 7. Penacho azteca, que consiste de plumas de quetzal, cotinga, espátula rosada, flamenco y cuco ardilla. Fuente: Museo Etnológico de Viena.


La palabra maya quiché K'uk' significa quetzal y el nombre Kukulkán, también se traduce a “serpiente emplumada” (Tremain, 2016). El templo edificado en honor a la deidad Kukulkán, “El Castillo”, es el lugar donde ocurre un fenómeno acústico bastante peculiar. Si una persona aplaude frente a la escalinata del Castillo en Chichen Itzá, México, el sonido se propaga (Girón, 2014) y se produce un eco distorsionado similar al canto del quetzal ¿Increíble no? Si estás impresionado o incrédulo acerca de este hecho, aquí te dejamos un video donde se muestra este impresionante fenómeno acústico, junto con el canto del quetzal. También, se encuentran referencias directas al quetzal en el Popol Vuh (el único libro americano sobre la historia de un pueblo indígena: los mayas quiché) y en el Altar Q presente en el Museo de Esculturas del Patrimonio Mundial Ruinas Mayas de Copán (Freidel et al., 2001).


Video "Chichen Itzá y el efecto del sonido del Quetzal" por Viaja Bonito.



Audio pertenece a Peter Boesman en el 2018, por medio de xeno-canto.


Amenazas, estado y esfuerzos de conservación


La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ubica al quetzal en la categoría de Casi Amenazada, y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) incluye al quetzal en el Apéndice I, en el que se refleja que su comercio es completamente prohibido.


Las poblaciones de quetzales han mermado a lo largo de su distribución por la pérdida y fragmentación de su hábitat, principalmente producto de la deforestación (Renner, 2004; Bosarreyes et al., 2018); la caza ilegal en busca de las preciadas plumas del quetzal o su tenencia como mascota -a pesar que el quetzal no sobrevive en cautiverio- (Tremain, 2016) son otras causas importantes del declive de sus poblaciones. En los años 60, se llegó a exportar hasta 100 quetzales al año (Kern, 1968 citado por Tremain, 2016). Además, la pérdida de conectividad entre su área de reproducción y migración (a menor altura), podría ejercer más presión sobre las poblaciones de esta emblemática especie.


Sus actuales amenazas y el panorama de la posible situación futura es preocupante, por lo que se deben implementar acciones y estrategias para su conservación, que involucren a todos los actores implicados en su conservación y la de su hábitat. La toma de decisiones requiere conocer la distribución y estado de las poblaciones, sus amenazas y el estado de conservación de los bosques que constituyen su hábitat (Bosarreyes et al. 2018). Con respecto a este punto, México, Guatemala y Costa Rica son los tres países donde se tiene mayor conocimiento de las poblaciones de quetzal y su hábitat, y algunas medidas para su conservación se están llevando a cabo:


En México, la especie está altamente amenazada y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) cataloga al quetzal como una especie En Peligro de Extinción. Los esfuerzos por su conservación se enfocan en proteger su hábitat: el bosque nublado (Girón, 2014). En Guatemala, también se ha priorizado la protección de los bosques nublados y mantener su conectividad con el establecimiento del Corredor Biológico del Bosque Nuboso (Bosarreyes et al. 2018). Además han implementado cavidades artificiales (Figura 8B), con el objetivo de proporcionar un recurso importante para la reproducción del quetzal. En Costa Rica, también proporcionan cavidades de anidación (Figura 8A y C), realizan monitoreos de anidación e implementan un turismo responsable durante la temporada de anidación del quetzal que coincide con el alza en las visitas de turistas (Méndez y Pounds, 2017).


Figura 8. Cavidades de anidación artificiales. A. Cavidad de tipo “tocón”, esta consiste de un trozo de madera en descomposición montado en un tubo de metal. Foto: Kenneth R. Windsor. B. y C. Pedazo de madera en descomposición colocada en un árbol vivo. Fotos: Deborah L. Tanger; Linda Moskalik. Tomadas de Macaulay Library.


En Honduras, se desconoce el estado actual de las poblaciones de quetzal, sin embargo la especie se ha reportado en los bosques nublados de 14 departamentos (Copán, Ocotepeque, Yoro, Lempira, Intibucá, Santa Bárbara, Cortés, El Paraíso, Fco. Morazán, Olancho, Atlántida, La Paz, Comayagua y Colón [Figura 9]) donde es posible que la mayor parte de sus poblaciones habiten en áreas protegidas. Estas áreas se conforman de una Zona Núcleo (de mayor conservación y menor intervención humana), rodeada por una Zona de Amortiguamiento, donde se permiten algunas actividades humanas como la agricultura. Podemos esperar encontrar quetzales principalmente dentro de la zona núcleo o en su cercanía, tal como se ha reportado en el Parque Nacional Cusuco (Martin y Blackburn, 2009). Sin embargo, las áreas protegidas no deben ser la única medida de conservación, y se debe evitar que las aves queden aisladas en áreas restringidas. Por lo que, se deben establecer corredores biológicos para mantener la conectividad e intercambio genético de las especies.

Figura 9. Distribución del quetzal en el territorio hondureño. Nota: Las cuadrículas moradas de mayor a menor intensidad representan áreas con mayor a menor número de reportes. Fuente: eBird (2020).

En el territorio hondureño aún queda mucho por conocer de esta enigmática especie. Se requieren estudios de su dinámica poblacional, áreas de desplazamiento, incluso los estudios de genética poblacional en la región carecen de datos para Honduras. Esta falta de información tiene consecuencias en la toma de decisiones respecto a la situación del quetzal y en la implementación de medidas de conservación que podrían requerir de un esfuerzo regional.


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Por: Stefany Flores, Bióloga


 

LITERATURA CONSULTADA

Bosarreyes, S; Sanabria, G. y Bustamante, M. (2018). Distribución, estado de conservación y áreas prioritarias de conservación del quetzal en Guatemala: Elaboración de estrategias para su conservación a nivel nacional. Reporte Técnico. Universidad de San Carlos de Guatemala. 136 pp.


Espinosa de los Monteros, A. (1998). Phylogenetic relationships among the Trogons. The Auk, 115(4): 937 - 954.


Filloy Nadal, L. (2019). De la pluma y sus usos. Revista de Arqueología Mexicana, 27(159): 18 - 23.


Freidel, D.; Schele, L. y Parker, J. (2001). El Cosmos Maya: Tres mil años por la senda de los chamanes. Fondo de Cultura Económica. México. 583 pp.


Girón Méndez, P. (2014). El quetzal, una especie en peligro de extinción. Universidad Autónoma Chapingo. 21 pp.


Houston, S. y Newman, S. (2019) Plumas de Quetzal. Revista de Arqueología Mexicana, 27(159): 24 - 27.


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Martin, T.H. y Blackburn, G.A. The effectiveness of a Mesoamerican “paper park” in conserving cloud forest avifauna. Biodivers. Conserv., 18: 3841 - 3859.


Renner, S.C. (2004). The Resplendent Quetzal (Pharomachrus mocinno) in The Sierra Yalijux, Alta Verapaz, Guatemala. J. Ornithol., 146: 79 - 84.


Powell, G. y Bjork, R. (1994). Implications of Altitudinal Migration for Conservation Strategies to Protect Tropical Biodiversity: A case study of the Resplendent Quetzal Pharomachrus mocinno at Monteverde, Costa Rica. Bird Conservation International, 4(1): 161 - 174.


Stiles, G. y Skutch, A. (2007). Guía de Aves de Costa Rica. Cuarta Edición. Instituto Nacional De Biodiversidad. Costa Rica


Solórzano, S.; Castillo-Santiago, M.; Navarrete-Gutiérrez, D. y Oyama, K. (2003). Impact of the loss of neotropical Highland forest on the species distribution: A case study using Resplendent Quetzal an endangered bird species. Biological Conservation, 114: 341 - 349.


Solórzano, S.; García-Juárez, M. y Oyama, K. (2009). Genetic diversity and conservation of the Resplendent Quetzal Pharomachrus mocinno in Mesoamerica. Revista mexicana de biodiversidad, 80(1): 241 - 248.


Solórzano, S y Oyama, K. (2010). Morphometric and molecular differentiation between quetzal subespecies of Pharomachrus mocinno (Trogoniformes: Trogonidae). Revista de Biología Tropical, 58(1): 357 - 371


Tremain, C.G. (2016). Birds of a feather: Exploring the acquisition of Resplendent Quetzal (Pharomachrus mocinno) tail coverts in Pre-Columbian Mesoamerica. Hum. Ecol., 44: 399 - 408.

Wheelwright, N.T. (1983). Fruits and the ecology of Resplendent Quetzals. The Auk, 100: 286 - 301.

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